Este macho de «topi», una especie de antílope africano, tiene una curiosa técnica de seducción. Se limita a permanecer en la cima de su termitero, como si fuera un quietista callejero. Su conducta no es tan pasiva como pudiera parecer; el macho tiene que defender su territorio frente a otros machos.
Al igual que en el negocio inmobiliario, la localización es absolutamente crucial. Las peleas por lograr un montículo bien situado son encarnizadas y por una buena razón. Las hembras tienden a aparearse con el macho que está situado en el centro de la zona, porque «saben» que es el más fuerte y «saben» que así obtendrán buenos genes para su descendencia (evidentemente, las hembras no lo saben, pero eso no cambia las cosas).
Ellas buscan…comparan…y se quedan con lo mejor.
3 respuestas a “El amante impasible”
La teoría de la selección sexual es fascinante, sobretodo cuando observamos de dónde viene nuestra bipedestación y vemos que hemos de agradecérselo todo a las homínidas de hace 4-6 millones de años.
A mi me parece más conmovedor cuando un aspirante se sube a un montículo para por ejemplo tocar la batería o tirarse del trampolín o dar una conferencia, pero entiendo que el criterio de las antílopes sea diferente.
Igual que en la vida real, Humana.